martes, 13 de junio de 2017

Manuel ya se acordona los zapatos

Cuando entra en la oficina Manuel Alejandro me dice que ya sabe atarse los cordones. Infiero que aquella primera entrevista en 2013, ahora le molesta. Tenía 5 años, jugaba ajedrez y aún no sabía amarrarse los zapatos. A mí me pareció curioso en aquel momento, pero está claro que hoy, con casi 10 cumplidos, ese chiste a él no le hace gracia.
Y a mí no se me ocurriría hablar ahora de eso. En definitiva tiene un «prestigio» que mantener, sobre todo con las niñas. Mientras evade el tema, su padre me confiesa que anda de noviecitas, de esas ternuras propias de la primaria: ellas no lo saben aún, o como en su caso, ellos se sonrojan.

Pero el verdadero amor de Manuel Alejandro López Suárez ha sido desde siempre el ajedrez, ese que a los tres años le intrigaba por el largo tiempo que pasaban sus primos frente a la computadora tratando de lograr un jaque mate. Poco tiempo después aprendería el nombre de las fichas y sus movimientos.
«Pero ahora mis primos no quieren jugar conmigo» me indica, seguro de la eminente victoria.
Le creo. No se enfrenta fácil a un niño de cuarto grado que juega de «tú a tú» con los mayores; que lideró en la provincia de Cienfuegos las categorías 9-10 y 11-12 con solo 8 años; que en el campeonato nacional pioneril se ubicó en el cuarto lugar; y en el recientemente concluido torneo Memorial Capablanca in Memoriam, alcanzó bronce.
«Me pareció una competencia buena, organizada, sin trampas. Casi todos mis oponentes eran niños mayores que yo, de hasta 14 años, algunos incluso con ELO acumulado, y alcancé el tercer lugar en la categoría sub 10, con tres puntos de siete posibles».
Fue esta la vez primera que la prestigiosa competencia cubana incluyó un certamen para infantes. En la lid efectuada hace unos días en el Hotel Solymar Arenas Blancas de Varadero, Manuel Alejandro aprendió que el juego ciencia también requiere de preparación física.
«En la partida con Diego Enrique Lemus Morales (2014 de ELO) hice tablas, y estuvimos 5 horas y 20 minutos jugando. Me cansé mucho. Se me inflamó el cuello y en las próximas partidas no rendí igual. En la última me sentía mal y estaba incómodo. Pero cuando se alivió un poco el dolor hice una combinación y me llevé la victoria».
«Quería regalarle el primer lugar a mi papá por el día de los padres, pero no pudo ser. Ahora, además de la mente tengo que entrenar el cuerpo: hacer ejercicios físicos, correr, etc.»
-¿Y cómo haces para salir bien en la escuela?
-«Lo llevo todo junto. A veces falto por competencias y me pongo al día enseguida. En las mañanas tengo clases y entreno por las tardes. En la casa, en la noche, hago las tareas y sigo el entrenamiento».
A la vista común podría parecer demasiada carga para un niño de 9 años, pero Manuel Alejandro no se queja.
Su preparación la alterna con practicar el fútbol, jugar —ajedrez— en los dispositivos electrónicos, escuchar música y ver los goles de Messi. Esa rivalidad de la Liga Española, la lleva hasta los tableros.
-«En una partida del “Capablanca” el otro niño le iba al Real Madrid y yo al Barcelona, y le gané».
-¿Te ayuda el ajedrez en la escuela?
-Sí. Desarrollo mi inteligencia en la matemática. Aunque me  quiero dedicar al ajedrez profesionalmente, también me gustaría hacer un doctorado en esa asignatura.
-¿Y en tu aula juegan ajedrez?
-Le estoy enseñando a mis compañeros, pero a algunos no les gusta porque dicen que hay que pensar mucho, y se aburren».
«Para el 14 de junio en mi escuela “Guerrillero Heroico” quieren ponerme 10 tableros y que haga una simultánea. Trataré de ganarlo todo».
-¿A quién de los ajedrecistas cubanos te gustaría enfrentar?
-A Leinier Domínguez.
-¿Y qué crees que pase?
-Posiblemente le haga tablas.
Reímos los tres, incluido su padre, que siempre lo acompaña. Juntos repasan los datos de cada competidor local a quien se enfrenta, los de cada torneo. Juntos hacen los ejercicios físicos, los entrenamientos, aunque su padre nunca se sienta del otro lado del tablero, posiblemente porque sabe que Manuel Alejandro le va a ganar, o va a hacer justamente lo contrario, «para no vencer nunca a papá».
Amante de las fichas negras sobre las blancas porque le gusta el contraataque, Manuel Alejandro prefiere los juegos lentos a los rápidos para detenerse a pensar, y aunque todavía no sabe qué no le gusta del ajedrez, es el rey su ficha predilecta y el momento más anhelado el final, -faltaba menos.
Con zapatos ahora bien acordonados, cuyo chiste sigue sin gustarle, y por eso lo recalca, reconozco en una anécdota, aquella que puede ser su debilidad ante una rival.
-«Papá, qué lindos sus ojos verdes».
-«Concéntrate, que vas a perder».






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